Ya sea por una crisis sanitaria o por la transformación impulsada por un mayor alcance de la conectividad, la comunidad educativa se está abriendo a nuevas formas de transmitir conocimientos. Hoy vivimos en un mundo donde todo se virtualiza y donde la forma de ver la educación a distancia ha cambiado permitiendo evadir fronteras geográficas y husos horarios. Los contenidos son perennes y están disponibles sin restricción horaria. El alumno puede poner pausa o adelantar una clase para adaptar el ritmo a su capacidad de absorción de nuevos conocimientos.

El miedo a la formación on-line va quedando atrás, no solo porque el contexto nos obliga a avanzar en este camino, sino también porque las instituciones educativas van adaptando sus procesos a las nuevas metodologías de enseñanza. Los contenidos son accesibles desde una computadora en el centro de la metrópolis, pero también desde un dispositivo móvil en el medio de la naturaleza. El desafío hoy, es escuchar a los usuarios y proponerles recorridos pedagógicos que se adapten a sus hábitos de aprendizaje.